?Qué pasaría por tu cabeza si te invitaran a volver a creer en la magia?
?Y si la magia apareciera en forma de biblioteca y escapatoria delante de tus ojos?
Noah Baker lleva a?os so?ando con dejar atrás Fennie, la isla que no solo lo vio nacer y cr...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Golpeó la puerta por tercera vez.
Protegía la caja como si fuese un tributo. La había cargado leyendo el sello de «frágil» un centenar de veces, y eso lo llevó a preguntarse qué había dentro. Perfumes importados, cajas de música antiguas, espejos de mano. Tamborileó sobre la caja mientras esperaba. Ninguna le generó tantas ansias como esta. Noah podía oír música clásica y un tarareo. «Tal vez no alcanza a escucharme. O es como Brooke».
Sostuvo con un brazo el paquete y golpeó con más fuerza de la que debía. Una silla arañó el suelo y acomodó sus ondas para despejar su frente. Revisó que su encomienda estuviese en perfecto estado, no tenía bordes arrugados ni rastros de gotas. «¿Habré golpeado muy fuerte?».
Los pasos de la mujer se acercaban. La imaginaba con su camisa oculta tras su larga falda y un sombrero emplumado. Con su lengua filosa preparada para enviarlo a casa.
La puerta se abrió seguido de un tintineo.
—¿Escuchó eso? —Noah se encogió como un animal indefenso.
—Pensé que no podía oír y...
—¡Confianza! —exhaló alzando un puño—. Me preguntaba cuándo la encontraría. Por favor, no se quede con la boca abierta y pase.
«Es...muy extraña. Todavía puedo regresar».
Sin embargo, la biblioteca se veía cálida y el incienso con aroma a pino era encantador. Noah dudaba en vano, le encantaba lo peculiar que era. Quería meterse en la biblioteca cuanto antes, pero no quería que notase su desesperación. La mujer se desplazó por la estancia con elegancia y Noah dejó sus botas en la entrada junto al paraguas. Apoyó el paquete en una mesa redonda junto a una vieja máquina de escribir.
«Un segundo».
—Me dejó afuera con lluvia y todo.
—¿Acaso me está acusando de algo?
—Bueno, no. —La bibliotecaria lo miró desilusionada.
—Qué personalidad tan... voluble.
—De acuerdo, no vine para que me tome el pelo. —Noah se acomodó los lentes.
—Déjeme mostrarle algo. —Con un dedo le indicó que se acercara y eso hizo. Lo llevó hasta su escritorio y lo acomodó mirando hacia la puerta. Noah se achicó cuando unas manos se apoyaron en sus hombros. La respiración le calentaba la mejilla—. Dígame, ¿cree que lo hubiese escuchado si no tuviese buen oído?
Noah negó con la cabeza, su lengua estaba enredada dentro de su boca. Ella tenía razón. La música se mezclaba con el goteo sosegado de la lluvia. Estaban en una burbuja de papel.
Noah sintió su sonrisa en la oreja y se apartó con el corazón agitado.