?Qué pasaría por tu cabeza si te invitaran a volver a creer en la magia?
?Y si la magia apareciera en forma de biblioteca y escapatoria delante de tus ojos?
Noah Baker lleva a?os so?ando con dejar atrás Fennie, la isla que no solo lo vio nacer y cr...
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Luego del desastre del día anterior el correo estaba en total quietud. No había pedidos que entregar por lo que Noah ayudaba en otras tareas: embalaba cajas, acomodaba paquetes con destino fechado y los corroboraba. También pegaba estampillas, algo que no le gustaba por lo pegajoso que dejaba sus dedos. Peeters por otro lado derretía lacre y decoraba el cierre de las cartas por enviar.
—Estás algo distraído hoy, hijo.
Noah miró a Peeters y se sorprendió por lo deslucido que lucía. Su barba parecía un arbusto seco y su cabello estaba descuidado. Incluso llegó a ver sus uñas sucias.
—Es por el proyecto, no se preocupe. —Se arremangó la camisa y continuó con las estampitas.
—Ya veo. —Tosió y su cara se tiñó de rojo—. Me alegra verte encaminado.
—Es extraño, desde que empecé siento que estoy haciendo lo correcto, lo siento en el cuerpo. En los huesos —explicó pese a que la sensación era nueva hasta para él.
Peeters palmeó la mesa.
—¿Qué tal tu madre ayer?
—Bien, no fue tan malo —respondió rápido. Peeters asintió y vertió lacre colorado sobre un sobre. Lo marcó con el sello de Fennie: una isla con un diminuto ferri.
—Alguna vez pensaste que, tal vez, ¿podrías estar más presente para ella?
«Debe estar bromeando».
—Eso no terminó muy bien la última vez —Noah se calzó los lentes con un gesto tenso—, además ella hace que sea muy difícil querer estar cerca.
—La Mary Baker que conozco es temperamental, pero es de buen corazón.
Noah suspiró.
—Ya tenía planes, algo importante. —Nervioso comenzó a limpiar sus dedos en el borde de su camisa.
«¿Era tan importante? ¿Fui egoísta? ¿Fui mal hijo?».
—Tranquilo, chico.
—Quizá no lo comprenda, pero me apasiona lo que hago. —Como si sus palabras fueran insultos Peeters se quedó pasmado. Con la boca abierta casi cubierta por su barba.
El hombre se puso de pie y le apoyó una mano en su hombro.
—Eso es todo por hoy.
—Pero... —Noah miró la pila de cartas para estampar y sellar.
—¿Crees que un viejo como yo no puede hacer esto solo? —Rio poco convincente—. Me sentaré y terminaré esto en un santiamén. Puedes ir y hacer las paces con tu madre, hijo.
Noah dudó un segundo antes de levantarse y colgarse la mochila. Podía notar cuando Peeters lo echaba de forma cordial para estar solo.