?SINOPSIS? (+21)
Hay algo en Aemma O'Hara, la enigmática y carismática fundadora de la agencia O'Hara, que la hace difícil de resistir: Es poderosa, segura de sí misma, seductora nata y una amante fenomenal. Tiene dinero, fama, éxito... Sin embargo...
Quería besarla, quería decirle que todo estaría bien, que por favor la eligiera de nuevo. Necesitaba que la eligiera de nuevo o podría descender al infierno de la locura.
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Charissa llevaba años admirando a Aemma desde la distancia. Recordaba con exactitud el día que la conoció: La mujer vestía un hermoso conjunto de falda que se cernía a su cintura de manera perfecta, con un saco del mismo color, azul marino, con sus mangas recogidas hacia atrás. Completaba todo con una camisa blanca de seda fina y una corbata pequeña a juego con su falda y saco. Sus pies en sandalias sencillas, pero claramente costosas, que servían para elevar sus contorneadas piernas. Una sonrisa elegante, una mirada penetrante. Charissa, como muchos, podía jurar que esos ojos eran la cornisa y que, al saltarla, cualquiera caería a un abismo desmedido. Su manera de mirar desnudaba a quien estuviera al frente, dejándolo inmóvil ante un juego hipnótico y llamativo sin lugar a dudas, en gran parte por ese color miel tan fuerte. Y sí, atraían como la miel a las moscas. O a los osos. Y la joven profesora fue atraída en esa trampa mortal.
Charissa había estado enamorada de ella desde que se conocieron en la universidad, pero nunca se atrevió a confesar sus sentimientos, más allá de sus intentos coquetos para llamar su atención, sin lograrlo. Aemma estaba, al principio, en pareja con la ingeniera Jones y luego, se casó con Danielle Larson, lo cual tomó por sorpresa a todo el mundo.
Charissa no quería causar problemas ni dañar su amistad con Aemma, por lo que decidió intentar apagar sus sentimientos por la mujer, y por eso mismo, se dejó llevar por las palabras bonitas de Exequiel Weber, cayendo en el ardid de él con Frank en contra de la empresaria. Se sentía estúpida y triste por eso, llena de culpa. Aunque, en muchas ocasiones, Aemma le dejaba en claro que no era su culpa porque la joven era una buena persona, solo que había tomado malas decisiones. Aemma siempre tan amable hizo difícil para Charissa volverse a resistir y, sabiendo que Danielle se había ido, se dejó llevar por sus impulsos.
El corazón le latía con fuerza, y finalmente, decidió dar el primer paso. Estaban riendo sobre algún dicho de un colega en la universidad, aunque realmente, podían culpar al vino. La joven tomó suavemente la mano de Aemma, captando su mirada profunda.
—Tengo que decirte algo...
Aemma la miró con curiosidad, y Charissa se aproximó a ella. Con un suspiro nervioso, se acercó a la comisura de los labios de Aemma y la besó suavemente.
Aemma se sorprendió al principio, pero luego se apartó bruscamente.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó la empresaria, su voz temblorosa. Ya habían pasado por esto, pero en ese entonces, Aemma fue tomada por sorpresa y se dejó besar. No cometería ese error de nuevo.
Charissa se sintió avergonzada y se disculpó inmediatamente.
—Lo siento, Aemma. No debería haber hecho eso. Lo siento mucho.