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Cap¨ªtulo 12 (La conferencia)

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Los aplausos estallaron, ensordecedores.

—Sin más dilaciones, ante todos vosotros, ¡Rockern Núndior, Rey de Félandan!

La multitud prorrumpió en vítores y gritos de júbilo. Desde detrás del tablado apareció el monarca, saludando con una mano en alto. Su porte era imponente, aunque su complexión redonda lo hacía parecer menos amenazante de lo que su mirada gélida y penetrante —casi como el filo de una espada— transmitía.

—Hijo de perra... —murmuré entre dientes.

Rockern comenzó su discurso con voz grave y solemne, sin apartar la vista de los presentes.

—Estimados vecinos de Dárasen, me complace enormemente estar hoy aquí, frente a vosotros.

Los aplausos redoblaron hasta que el presentador hizo un gesto para que cesaran.

—Estoy orgulloso de vosotros —continuó el rey—. Gracias a vuestra cooperación, hemos logrado arrestar a otro infiel. Quiero que sepáis que la casa real valora profundamente vuestra leal participación. Por ello, me complace anunciar que, durante los dos próximos periodos, estaréis exentos de pagar el tributo obligatorio.

A mi alrededor, la gente aplaudía con entusiasmo, como si no fueran conscientes del horror que este hombre representaba. Los rostros de los aldeanos reflejaban alivio y satisfacción, como si hubiesen recibido un premio inesperado.

—Con este acto benévolo —prosiguió el monarca—, pretendo incentivar al resto del reino a colaborar en la persecución de los infieles. Hace mucho tiempo que no capturábamos a un miembro de las cuatro antiguas monarquías. Hoy, mi satisfacción es plena, porque esta vez hemos dado caza a un descendiente de la más vil y ruin familia de herejes: «los Destino».

Los vítores se renovaron con aún más fuerza. Rockern alzó ambas manos, pidiendo silencio con una sonrisa cargada de soberbia.

—Y ahora, queridos súbditos, permitidme mostraros el rostro del enemigo al que habéis ayudado a capturar.

Un grupo de soldados apareció desde el lateral del escenario, escoltando a un hombre encadenado. Sus ropas estaban hechas jirones, y su cuerpo mostraba señales de tortura. Caminaba a duras penas, tambaleándose a cada paso.

—Ese pobre desgraciado no parece tener fuerzas ni para sostenerse —susurró Naizy, sin apartar los ojos del tablado.

El prisionero fue obligado a arrodillarse frente al monarca. Rockern se acercó a él y, con una lentitud escalofriante, retiró la capucha que cubría su rostro.

Un murmullo recorrió la plaza. El hombre tenía los ojos color magenta, y sus pupilas lucían con el dibujo de una estrella. Un escalofrío me recorrió el cuerpo; su mirada serena no encajaba con la situación.

—Su nombre es Zaref Kaian —anunció el rey—. Descendiente directo de los Destino, una de las cuatro monarquías destruidas tras la guerra contra el demonio.

El nombre no me decía nada, pero la reacción de Naizy lo cambió todo. Su cuerpo se tensó de golpe, y noté cómo contenía el aliento.

—¿Le conoces? —pregunté.

—No estoy segura... —susurró—. Tengo la sensación de haber visto antes a ese hombre.

Noté cómo las manos de mi compañera temblaban.

—Debo estar equivocada. Olvida lo que te he dicho —zanjó, apretando los labios.

Rockern alzó la voz para silenciar a los presentes.

—Este traidor ha vivido entre nosotros ocultando su linaje. Ha osado mezclarse con nuestro pueblo, fingiendo ser uno de nosotros mientras planeaba su venganza contra el Reino. Por eso, hoy recibirá su castigo.

El Pendiente de Fuego I (?ncora)Donde viven las historias. Desc¨²brelo ahora