Hace a?os que la mirada de Chaeyoung se volvió fría como el hielo por culpa de las pesadillas, los malos sue?os y los recuerdos espantosos que se cuelan en su mente y no le permiten apenas respirar.
Hace a?os que Mina echó a un lado lo que más amaba...
Es viernes y desde hace casi un mes ―el mismo tiempo que llevamos ensayando juntas― se ha convertido en una especie de costumbre que cene con Mina y su familia el primer día del fin de semana. Ella también ha comido con Yeri, Minho y conmigo en alguna ocasión como agradecimiento por ‹‹acogerme›› prácticamente todas las tardes. Casi diría que paso más tiempo en su casa que en la nuestra.
‹‹La nuestra››... Qué raro se me hace pensarlo de esta forma tan natural. Creo que ya empiezo a interiorizar la idea de que este es mi sitio. Con Yeri, Minho y Mina. Hogar.
―¿Qué tal van con la canción, chicas? ―nos pregunta la señora Myoui mientras se sirve un poco de ensalada, Sakura mastica su filete de pollo moviendo la cabeza hacia los lados, tarareando algo en su mente, y Mina y yo comemos con tranquilidad―. A este paso espero escuchar su éxito en la radio ―bromea con una sonrisa.
―Creo que con que lleguemos a tiempo para el concurso nos conformamos ―responde Mina mirándome con esa sonrisa tan parecida a la de su madre.
―Es nuestro principal objetivo ―me encojo de hombros―. De momento queremos centrarnos en el certamen y después ya veremos si nos apetece seguir componiendo. Aunque yo creo que Mina debería continuar tocando porque tiene mucho talento.
―Sí, eso también se lo he dicho yo muchas veces.
Que la señora Myoui esté de acuerdo conmigo me da confianza para seguir animando a mi amiga a hacer lo que más le gusta, que es darle a las teclas y disfrutar con sus sonidos. Sin embargo, conozco a Mina y sé que insistir demasiado en un tema solo consigue que ella se cierre en banda, así que opto por dejar el asunto por ahora.
La cena transcurre con normalidad, con la señora Myoui hablándonos sobre su día, contándonos alguna anécdota interesante del trabajo, y Sakura quejándose de que hay niños que no comparten juguetes o materiales en la escuela; algo irónico teniendo en cuenta que, según Minho, es ella la que no comparte nada. Sakura tiene un carácter tan opuesto a Mina que hasta resulta gracioso.
Ella, en cambio, apenas abre la boca en el tiempo que pasamos frente a la mesa y eso me llama la atención. No le digo nada delante de su madre y su hermana, evidentemente, porque sé que eso solo haría que se pusiera a la defensiva y lo negase rotundamente. La conozco demasiado bien a estas alturas y sé cómo va a reaccionar casi en cualquier situación.
Después de ayudar a su madre a recoger la mesa y la cocina, mientras estamos esperando a que Yeri venga a recogerme para llevarme a casa, me aventura a preguntar.
―¿Estás bien?
Ella está sentada a mi lado en el sofá y no me ha pasado desapercibido el nerviosismo con el que se coge las manos y la rabia escondida con la que se rasca los dedos, como si quisiera arrancarse los padrastros. Está tensa y no sé por qué.
―Es solo que me ha dado por pensar en qué pasará en el recital.
―¿Quieres decir en cómo nos saldrá la actuación?
Asiente con la cabeza y sigue con la mirada clavada en el frente, en ninguna parte. Es más que visible la preocupación y la ansiedad en su cara.
Lo único que se me ocurre hacer es poner mi mano sobre las suyas con suavidad y tratar de enlazar mis dedos con los suyos. Le acaricia el dorso de la mano con el pulgar y la veo suspirar, un poco más calmada. Entonces, me mira inquieta.
―Todavía estamos a tiempo de echarnos atrás y no apuntarnos, ¿verdad?
De acuerdo, eso no me lo esperaba. Me sorprende tanto la pregunta que me quedo paralizada sin saber qué contestar.
Mina ha tenido momentos de estrés y nervios antes, lo sé, y siempre ha conseguido anticiparse a ellos e infundirse confianza a sí misma. Siempre que le han surgido dudas y ganas de tirar la toalla ha sabido sobreponerse a esa parte negativa que vive en ella y que tanto le gusta ponerla contra la pared.
Ahora, por el contrario, no veo en sus ojos un solo atisbo de determinación y seguridad en que esto saldrá bien y que las dos superaremos nuestros miedos y fantasmas. No parece como las otras veces que ha dudado y eso me crea un nudo en el estómago que no me gusta nada.
―¿Por qué estás pensando en eso ahora? ―me atrevo a susurrar con la cabeza hecha un lío al no saber qué creer.
―Es que... ―Suelta mi mano y aparta la mirada, como si tuviera miedo de cómo pudieran afectarme sus palabras― tal vez deberíamos dejarlo para el año que viene, así tendríamos más tiempo para ensayar y hacer una canción mejor o...
―Mina ―la interrumpo sintiendo cómo empiezan a temblarme las manos―, ¿me estás diciendo de verdad que quieres abandonar? ¿Tirarlo todo a la basura? ¿Después de todo lo que hemos trabajado no solo para el recital, sino en nosotras?
Es posible que mi subconsciente me haya traicionado y no esté hablando únicamente del recital, también de lo que parecía estar pasando entre nosotras, pero me da igual. Tengo la extraña y asfixiante sensación de que lo que Mina quiere romper, además de nuestro trato para presentarnos al recital, es nuestra amistad. O lo que sea en lo que esto se estaba convirtiendo.
―No, solo digo que podríamos aplazarlo y...
―Mira ―no le dejo continuar porque los nervios y la tensión me están matando por dentro y necesito respirar aire frío, helado más bien, para despejarme, y sobre todo dejar de verla durante un momento. Así que me pongo de pie de un salto con la intención de despedirme y esperar a Yeri en la calle―, no me puedo creer que estés diciendo en serio que quieres huir. Porque todo se reduce a eso: a que no te atreves a dar un paso hacia delante ni siquiera en lo que más amas, que es la música. Y si es así... a lo mejor tienes razón y no deberíamos continuar con esto. Con nada de esto.
Cojo mis cosas, me echo la mochila al hombro y, tras despedirme de la señora Myoui y Sakura con un ‹‹Buenas noches›› y ‹‹Gracias››, salgo de la casa sin ni siquiera volverme para mirar a Mina una última vez.
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