抖阴社区

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𝙼𝚒𝚗𝚊

―Amor, ¿estás segura de que podemos estar aquí? ―susurro mientras la sigo, agachada entre los árboles y recorriendo el camino de piedra que ya nos sabemos de memoria

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―Amor, ¿estás segura de que podemos estar aquí? ―susurro mientras la sigo, agachada entre los árboles y recorriendo el camino de piedra que ya nos sabemos de memoria.

Si no fuera porque me prometí a mí misma no soltar su mano de nuevo, ya me habría escapado y olvidado de esta idea tan descabellada de internarnos en el parque donde almorzamos todos los días pasada la medianoche.

―Define ‹‹estar segura››.

―Segura como que no es ilegal colarnos en el parque de noche.

―Ah, pues… Entonces es posible que sí sea ilegal.

―¿Qué? ―exclamo con mi voz gritona a la que Chaeyoung ya se ha acostumbrado, pero enseguida se apresura a ponerme las manos en la boca para que no nos escuchen.

―Tranquila, no nos va a ver nadie.

Cuando me permite hablar, miro a mi alrededor por si mi sobresalto ha alarmado a alguien sobre nuestra posición, pero por suerte no ha sido así.

―Que nos vean creo que es la menor de mis preocupaciones ―continúo en mi intento de convencerla de salir de aquí y no arriesgarnos a que nos arresten y llamen a nuestras casas―. ¿Quieres que nos metamos en el lago? ¿El mismo que está helado desde hace meses?

―No se trata de meterse en el agua, sino de pisar la superficie. Siempre he querido aprender a patinar y nunca me he atrevido. Tú sabes, ¿verdad?

Asiento y eso hace que ella sonría con diversión y picardía antes de coger de nuevo mi mano y tirar de mí hacia el lago.

―Entonces puedes enseñarme.

―Apenas se ve nada ―replico.

―Sí que se ve, tenemos las farolas para darnos luz.

―Pero si no alumbran más que su propia sombra.

Chaeyoung no dice nada más hasta que llegamos a nuestro destino. Es cierto que hay varias farolas rodeando el lago y los caminos que salen desde él hacia el interior del parque, pero eso solo sirve para vislumbrar las zonas más cercanas a la valla del agua helada; el centro está demasiado oscuro como para verlo siquiera desde la barrera.

―Ven, Ángel ―me anima, sentada en un banco mientras se descalza y empieza a ponerse los patines que, según me ha dicho, le ha prestado Yeri, aunque estoy más que segura de que se los ha cogido sin permiso―. He traído un par para ti. Si no lo haces conmigo, lo haré sola, y es posible que me pegue un buen tortazo contra el hielo. ¿Eso es lo que quieres?

El puchero que me dedica junto con sus palabras consigue ablandarme el corazón. No solo eso… Le hice una promesa: no dejar que caminara sobre el hielo sola de nuevo, y mi intención es mantenerla tanto literal como figuradamente.

De modo que suspiro, me siento a su lado y empiezo a desabrochar mis botas. Mientras me cambio de calzado, Chaeyoung me aparta el pelo de la cara y estampa un beso con fuerza en mi mejilla, la cual no tarda en sonrojarse.

Hace un tiempo que participamos en el recital de talentos del instituto y que nos besamos por primera vez, y desde entonces muchos otros han sucedido a ese momento tan especial que nos abrió los ojos a ambas. Esta noche solo será uno más para la colección de recuerdos que estamos creando juntas.

La ayudo a ponerse de pie con los patines ―porque andar por tierra sobre las cuchillas es casi tan complicado y peligroso como hacerlo sobre el hielo― y ambas nos encaminamos con pasos lentos y cuidadosos hacia la valla del lago. Primero paso yo y después le echo una mano a la chica de los ojos de hielo para que no se caiga mientras se agacha y pisa el lago helado.

Cogidas de ambas manos, empezamos a deslizarnos sobre el hielo.

Chaeyoung lleva las rodillas dobladas y no parece tan segura como cuando estábamos de camino hacia aquí. Le tiemblan las piernas y no deja de mirar al suelo por si termina doblando un pie sin querer y cayendo al suelo helado y duro. Le aprieto las manos con suavidad para transmitirle seguridad.

Entonces levanta la cabeza y creo que verme le tranquiliza a juzgar por su sonrisa, esa que se impregna de felicidad a cada segundo que pasa, la misma sonrisa que me enseñó a olvidar el miedo y centrarme en mis propios deseos. Justo como estamos haciendo las dos ahora mismo.

Y, así, nos deslizamos juntas por el hielo.

Sobre un hielo tan cálido como el de sus ojos y rodeadas de una nieve tan blanca y pura como mi piel.

Sobre un hielo tan cálido como el de sus ojos y rodeadas de una nieve tan blanca y pura como mi piel

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Se acabó, lindo y corto. Gracias a los que le dieron una oportunidad.

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