抖阴社区

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La habitación estaba oscura, solo iluminada por la luz tenue de la lámpara que colgaba del techo. El sonido de las máquinas que monitorizaban a Jisung era el único rastro de vida en la estancia, aparte de Hyunjin, que permanecía a su lado, observando a su amigo con preocupación.

Jisung seguía inconsciente, su respiración profunda pero irregular, y su cuerpo, aunque ya relajado por los sedantes, seguía mostrando signos de angustia. Las manchas de vómito en las sábanas aún daban testimonio de lo que había ocurrido antes, y aunque su cuerpo estaba tranquilo, su mente no lo estaba. Los recuerdos del ataque de ansiedad seguían atormentándolo en sus sueños, y no había paz en su rostro.

Hyunjin no podía apartar la vista de él. El chico que solía estar lleno de vida, ahora parecía una sombra de sí mismo. La forma en que había reaccionado ante la agresión emocional de Minho le rompía el corazón. Nadie, ni siquiera un Omega tan sensible como Jisung, merecía ese tipo de trato. Y mucho menos por alguien como Minho, un Alfa que debía proteger y cuidar, no destruir.

Sin embargo, las palabras de Minho todavía resonaban en su cabeza, “Eres un maldito desastre.” Esa frase seguía retumbando en sus oídos, y no podía entender cómo Minho no podía ver lo que realmente había hecho. Hyunjin sabía que había algo más detrás de su comportamiento. Minho no había nacido cruel, pero en su mente, las emociones de Jisung, su ansiedad, y todo lo que estaba sucediendo, parecían estar completamente fuera de su alcance.

El silencio en la habitación se volvió pesado.

Minho había venido a la enfermería, pero se había ido rápidamente, sin mostrar siquiera una pizca de remordimiento. ¿Qué significaba todo eso para Jisung? ¿Qué significaba para Minho?

De repente, la puerta se abrió nuevamente, y la enfermera entró. Su rostro estaba grave, sus ojos cansados pero determinados.

—“¿Cómo está?” —preguntó con voz suave, acercándose a la cama donde Jisung yacía.

Hyunjin no pudo evitar responder con una mirada sombría.

—“Está mejor, pero sigue muy afectado. La medicación lo ha tranquilizado, pero…” —no terminó la frase. No necesitaba hacerlo. La enfermera ya entendía.

Ella asintió lentamente, mirando a Jisung con atención. Luego se giró hacia Hyunjin.

—“Debemos estar listos para cualquier cambio en su condición. Su cuerpo está reaccionando bien al sedante, pero su salud emocional es lo que más nos preocupa. La ansiedad lo está agotando. No sabemos si él podrá procesar todo lo que ha vivido recientemente, especialmente lo de Minho…”

Las palabras de la enfermera cayeron como un peso sobre los hombros de Hyunjin. Minho… ¿realmente no comprendía lo que había hecho? ¿Cómo podía tratar a alguien como Jisung de esa manera?

La enfermera suspiró y se acercó a la mesa de la noche, preparando una nueva dosis de medicamento. “Voy a ajustar la medicación para ayudarlo a relajarse más profundamente, pero necesitamos hablar con él cuando despierte. Necesitamos que se sienta lo más seguro posible.” Dijo con un tono firme pero lleno de preocupación.

Hyunjin se quedó allí, mirando a Jisung. El dolor en su pecho no desaparecía. No entendía cómo Minho podía ser tan insensible. Sin embargo, había algo que Hyunjin comprendía muy bien: Jisung necesitaba su apoyo, ahora más que nunca.

La enfermera dejó la habitación en silencio, y Hyunjin se quedó allí solo con Jisung.

Poco después, las luces de la enfermería se apagaron y la quietud llenó el espacio. Los sonidos suaves de la máquina de monitoreo y el leve sonido del aire acondicionado eran lo único que rompía el silencio. Jisung estaba tan frágil, tan vulnerable. ¿Cómo podía alguien tan dulce, tan lleno de vida, ser destruido tan fácilmente?

De repente, el silencio fue roto por un golpe suave en la puerta. Hyunjin levantó la vista, sorprendido por la interrupción. La puerta se abrió lentamente, y esta vez, era Minho quien entraba, con paso firme, su rostro impasible.

—¿Cómo está? —preguntó Minho, sin una pizca de emoción en su voz.

Hyunjin lo miró con incredulidad. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Cómo podía actuar tan indiferente después de lo que había pasado?

—Está mejor… pero no puedes seguir así. —Hyunjin dijo, su voz cargada de frustración. “¿Qué te pasa, Minho? ¡Mira lo que le hiciste!” Sus palabras salieron más duras de lo que esperaba, pero la rabia que sentía por Jisung era más fuerte que cualquier otra cosa.

Minho frunció el ceño, mirando fijamente a Hyunjin. No había rastro de arrepentimiento en su rostro, solo una fría indiferencia.

—No fue mi culpa. —respondió Minho, como si estuviera justificando sus acciones. “Jisung es débil. Necesita aprender a manejarse.”

La respuesta de Minho dejó a Hyunjin sin palabras. ¿De verdad estaba diciendo eso? ¿Cómo podía ser tan ciego? Jisung no era débil, nunca lo había sido. Solo era diferente, y eso no significaba que debía ser tratado como un objeto al que se podía manipular y desechar.

—¡Eso no es lo que le pasa! —exclamó Hyunjin, su voz más fuerte que nunca. —¡Lo que le pasa es que no entiende por qué lo estás tratando así! —La rabia en su pecho era indescriptible. —¡Tú… tú lo lastimaste!

Minho no dijo nada durante unos largos segundos. La tensión en el aire se volvió densa.

Finalmente, Minho suspiró y se dio la vuelta, dirigiéndose hacia la puerta.

—Haz lo que quieras. —dijo fríamente, antes de salir sin mirar atrás. La puerta se cerró detrás de él con un golpe seco, y Hyunjin se quedó solo con Jisung una vez más.

El dolor en su pecho no se iba. La impotencia lo devoraba. Minho no entendía, nunca lo haría, y Jisung seguía siendo la víctima de su ignorancia y crueldad.

Pero mientras miraba a Jisung, Hyunjin hizo una promesa en su corazón. No iba a dejar que el chico se quedara solo. A pesar de todo lo que sucediera, él estaría allí para él.

El silencio volvió a apoderarse de la enfermería, como si el aire mismo se negara a moverse tras la tormenta de emociones. Hyunjin apretó los puños con fuerza, mirando a Jisung, quien comenzaba a removerse en la camilla.

—¿Jisung...? —susurró, inclinándose hacia él.

Los párpados del Omega temblaron antes de abrirse lentamente, mostrando unos ojos vidriosos, llenos de confusión. Tardó unos segundos en reconocer su entorno, y entonces, como si todo volviera a caerle encima, sus labios comenzaron a temblar.

—¿Dónde... está él...? —preguntó con un hilo de voz.

Hyunjin tragó saliva.

—Se fue. Minho se fue, Jisung. Pero estás a salvo ahora.

Jisung negó con la cabeza, su respiración agitándose al instante. El miedo regresó a su pecho con la misma intensidad que antes, su cuerpo tembloroso y sus ojos empañados por las lágrimas.

—No... no... no debió irse así… —sollozó, llevándose las manos a los brazos y comenzando a rascarse con fuerza.

—¡Jisung, no! —Hyunjin corrió a tomarle las manos, suavemente. —No te hagas daño, por favor, estás bien, estás conmigo, ¿sí?

Pero Jisung no podía parar. Su ansiedad se disparó otra vez, su pecho se apretaba, su cuerpo sudaba y su mente se ahogaba. Sentía que todo giraba, el vómito subía por su garganta y el mundo se desvanecía a su alrededor.

—Minho… —susurró antes de desmayarse de nuevo, su cuerpo colapsando con un quejido suave.

Hyunjin lo sostuvo con cuidado, pidiendo ayuda a gritos. La enfermera volvió corriendo, y mientras lo recostaban de nuevo, el Alfa se quedó ahí, sintiendo cómo la rabia y la impotencia lo consumían.

—No dejaré que te rompan más, Jisung. Lo juro.

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