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El día siguiente amaneció, el Alfa despertó con un presentimiento raro, pero lo ignoro.

Se alistaron entre ellos para ir al colegio, todo iba bien, hasta ahora...

Llegó la hora de receso.

El recreo llegaba a su punto medio y el patio estaba lleno de risas, voces y movimiento. Pero entre todo ese ruido, algo cálido y tranquilo empezaba a formarse en una mesa del fondo del campus.

Jisung, por primera vez en mucho tiempo, estaba sonriendo con sinceridad. Frente a él, tres Omegas lo rodeaban con miradas brillantes y curiosas. Aunque apenas se conocían, habían comenzado a hablar desde la clase anterior, y ahora parecían viejos amigos compartiendo secretos.

—Tu olor es… dulce —dijo uno de ellos, con una sonrisa tímida. Era Félix, el de cabello rubio claro, largo hasta los hombros y una voz suave como el terciopelo—. Pero no empalagoso, es… como algodón de azúcar. Me gusta.

Jisung se sonrojó un poco, llevándose la manga a la nariz por costumbre.

—No digas eso, es muy fuerte. Siempre intento cubrirlo…

—¿Por qué? —preguntó Jeongin, el pelinaranja, con ojos grandes y brillantes—. ¡Es hermoso! El mío es tan normal, no destaca.

—Exacto —añadió Seungmin, de cabello castaño claro y expresión elegante—. Yo daría lo que fuera por tener un aroma como el tuyo. No deberías esconderlo.

Jisung sonrió bajito, sus mejillas llenas de ternura. Era raro, pero reconfortante sentirse aceptado así, sin juicio, sin tensión.

—¿Y… ustedes? —preguntó, con cierta timidez—. ¿Ya conocieron a algún Alfa aquí?

Félix soltó una risa nerviosa.

—Bueno… uno que otro. Pero… ¿tú conoces a esos Alfas? —se inclinó un poco—. El de cabello largo y cara de modelo… Hyunjin, ¿cierto?

—Y el de sonrisa brillante… ¿Bangchan? —añadió Seungmin.

—¡No se olviden del musculoso! Changbin —dijo Jeongin, riéndose mientras se abanicaba con la mano como si le subiera la temperatura.

Jisung se tapó la boca para no soltar una carcajada. Terminó asintiendo, juguetón:

—Sí… son amigos de Minho.

—¡¿Minho?! —los tres dijeron al unísono, haciendo que todos se rieran más fuerte.

—Él es… atractivo también. Aunque tiene cara de gruñón.

—Y su olor —susurró Félix, inclinándose hacia Jisung—. Es tan fuerte, pero tan delicioso… como madera, especias y lluvia recién caída.

—¡Ya basta! —se reía Jisung, escondiéndose entre sus brazos—. ¡Van a hacer que me sonroje por él!

Y los cuatro Omegas estallaron en risas suaves, contagiándose del buen momento. Jisung no se había sentido así desde hacía mucho.

Mientras tanto, un poco más lejos, Minho los observaba desde una mesa individual. Su mentón apoyado en su palma, mirada fija en su Omega. No dejaba de sonreír, viéndolo reír, brillar, moverse entre iguales.

—Quédate así siempre… —murmuró para sí mismo.

—¡Ajummaaa! —una voz le llegó por la espalda.

—¿Eh? —Minho volteó apenas para encontrarse con Hyunjin, Changbin y Bangchan, todos con caras de urgencia dramática.

—¡Consejos de cortejo, ahora! —dijo Changbin, cruzando los brazos.