Tal como Doflamingo le pidió, Bellamy, con la voz ahora firme y llena de una reverencia recién descubierta, asintió levemente.
Respiró hondo y, con la atención absorta de todos los presentes, comenzó a relatar la trágica y épica historia de Montblanc Noland: el valiente explorador de una época pasada, sus grandes aventuras en el Grand Line, los extraños y maravillosos encuentros a los que se enfrentó y, finalmente, cómo descubrió la legendaria Ciudad de Oro, Shandora, y forjó un vínculo inquebrantable con su gente.
Todos escuchaban en silencio, con la mente completamente cautivada por la historia de cuatrocientos años de antigüedad sobre sueños, amistad y traición.
El León Dorado Shiki se erguía sobre el lomo del enorme dragón, su cuerpo temblando ligeramente mientras una oleada de emociones lo invadía.
Para un hombre que había dedicado toda su vida a perseguir las más grandiosas ambiciones, que había navegado por el mundo y contemplado todas sus maravillas, la historia de un hombre cuyo sueño era tan inmenso que fue condenado como una mentira resonó hasta lo más profundo de su alma.
Las lágrimas brillaban en sus viejos y feroces ojos, rodando por sus mejillas curtidas como hilos de perlas rotos.
"¡NOLAND…!" rugió, con la voz quebrada por la emoción.
"¡Este es el romance de un verdadero hombre! ¡La legendaria Ciudad de Oro... ¡realmente existe!" Su voz resonó en el vasto cielo vacío, como si intentara atravesar los cielos mismos y proclamar esta hermosa verdad al mundo entero.
A su lado, Jozu frunció el ceño y un destello de profundo disgusto brilló en sus ojos.
Los gritos del anciano no solo eran molestos, sino que además se oían demasiado cerca de donde descansaba su padre.
Con un movimiento rápido, casi casual, dio un paso al frente y le dio un fuerte golpe en la frente a Shiki.
¡APORREAR!
El sonido nítido del disparo resonó como un disparo en el silencio de las alturas.
El León Dorado, completamente desprevenido por el ataque repentino e irrespetuoso, se enfureció al instante.
Su momento de emoción se hizo añicos, reemplazado por una rabia pura e incandescente.
Sus ojos, ya de por sí grandes, se abrieron aún más, abultándose como campanas de bronce, mientras giraba la cabeza bruscamente para encarar a Jozu.
—Maldito mocoso —gruñó, con una voz grave y amenazante.
¡¿Te atreves a pegarme?!
Ron, que estaba cerca, no pudo evitar soltar una leve risita.
Ver a estos dos gigantes enfrascados en un tenso enfrentamiento fue sin duda un cambio de ritmo bienvenido.
Un poco de emoción era buena; mucho mejor que el tenso e incómodo silencio que habían soportado durante la mayor parte del viaje.
Su mirada se desplazó lentamente hacia la figura inmóvil de Barbablanca, que yacía sumida en un sueño profundo y apacible, como si estuviera completamente ajena al mundo que la rodeaba.
Ron negó levemente con la cabeza.
El capitán llevaba dormido mucho tiempo.
Jozu, completamente reacio a ceder, entrecerró los ojos, evaluando cuidadosamente el aura que emanaba de Shiki.
Ya había presenciado su breve encuentro anteriormente, y el Haki del anciano le había parecido frágil, casi débil.
Estaba seguro de que podía con él.
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One Piece: Científico de los Piratas de Barbablanca
FanfictionRon transmigró como científico. Al principio, vio a Barbanegra matar a Thatch y robar la Fruta Oscura. Activó el sistema de tecnología Negra y obtuvo la "Tecnología de Encantamiento de la Fruta del Diablo", que es muy simple: ?se trata de otorgar ha...
