One Piece: Científico de los Piratas de Barbablanca

Un instante después, cuando la bebida compartida hubo calmado momentáneamente sus ánimos, Kaido comenzó a hablar lentamente sobre el asunto en cuestión.

El asunto de su sangre.

—Linlin —comenzó, con voz grave y ronca.

Hizo un gesto con una mano enorme y con garras, como si intentara pintar una imagen en el aire entre ellos.

—Sabes tan bien como yo que ahora mismo todo el mundo está hablando de ello. Todo el mundo no habla de otra cosa que de la venta de Frutas del Diablo. —Se inclinó hacia delante, con una sonrisa pícara y conspiradora en el rostro.

"Esta moda es como una tormenta imparable, y en su centro se encuentra el... delicado tema de la sangre de un usuario de habilidades. La sangre es el nuevo oro, Linlin."

Kaido hizo una pausa, su mirada se volvió más aguda, más profesional.

"Hay gente que ya ha empezado a poner precio abiertamente a su propia sangre, vendiendo sin pudor la llave de su poder al mejor postor." Soltó una risa corta y cínica.

"En este mundo pragmático en el que vivimos, el beneficio lo es todo. ¿Quién estaría dispuesto a regalar algo tan valioso? Así que, ya ves mi problema. No puedo simplemente entregarte mi sangre gratis, ¿verdad?”

Kaido sonrió mientras hablaba, haciendo cálculos mentalmente.

Últimamente andaba algo corto de fondos, con todo el gasto en fabricación de armas y el mantenimiento de su enorme ejército.

Si pudiera sacarle unos cuantos miles de millones de Berries a la notoriamente rica Big Mom, sería perfecto.

Treinta mil millones sería lo justo.

Algunos de sus planes más ambiciosos podrían finalmente desarrollarse sin problemas.

Pero cuando Big Mom se enteró de que Kaido, el hombre que le debía su propio poder, pretendía venderle su sangre , explotó como un barril de pólvora encendido.

"¡¿VENDÉRMELO A MÍ?!”

Su furia fue instantánea y absoluta.

Se puso de pie de un salto, sus ojos se abrieron como campanas de cobre llameantes, su rostro se contorsionó en una máscara de furia pura e inalterada.

Zeus y Prometeo cobraron vida a su alrededor, crepitando con una energía homicida.

—¡Qué descaro tienes, Kaido! —rugió, haciendo temblar su voz el suelo que pisaban.

“¡En God Valley, arriesgué mi vida para arrebatarte esa Fruta del Dragón Azul justo delante de las narices de los perros de los Dragones Celestiales! ¿Tienes idea de cuántas penurias, cuántos peligros pasé por ti, mocoso desagradecido?” Su voz se elevó con cada palabra.

"¿Lo has olvidado todo? ¿Y ahora tienes la desfachatez, la absoluta osadía, de intentar sacar provecho de mí?”

Al ver que Big Mom estaba a punto de comenzar de nuevo su guerra de tres días, Kaido agitó rápidamente sus enormes brazos para calmarla.

"¡Wororo! ¡Linlin, Linlin, no tengas tanta prisa! ¡Hablemos de esto!"

Luego ladeó la cabeza, y su mirada profunda se perdió por un instante en la distancia mientras organizaba rápidamente sus pensamientos, cambiando de estrategia.

Un instante después, volvió a centrar su atención en Big Mom, con la mirada ahora fija en una expresión de profunda seriedad.

Hizo una pregunta directa e inesperada.