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A la mañana siguiente, el bar “La Última Gota” estaba más silencioso que de costumbre, con un suave vapor saliendo de las tazas calientes que T/n y Altair sostenían entre las manos mientras estaban sentados en la barra. El calor del té les devolvía algo de vida después de la helada noche anterior.

Sevika, con una expresión seria pero calmada, cocinaba detrás del mostrador algo de desayuno para los chicos. El aroma a pan tostado y carne ahumada llenaba el ambiente.

- T/n : No pensé que hubiera tantos lobos por las noches —comentó T/n, dando un sorbo a su té, su mirada aún algo perdida, recordando la escena de la noche anterior.

Sevika, sin girarse, respondió con voz áspera:

- Sevika : Desde que empezó a nevar hace años… esos malditos animales no dejaron de aparecer.

Altair arrugó el ceño, extrañado.

- Altair : ¿Cómo que desde hace años está nevando? ¿Eso es posible?

Antes de que Sevika respondiera, la voz burlona de Kassandra interrumpió desde una mesa cercana, donde ya estaba sentada con Ezio:

- Kassandra : ¿Eres sordo o qué? Dijo que desde hace años.

Altair giró a verla con el ceño fruncido, molesto.

- Altair : Solo pregunté, no hace falta que seas tan pesada.

- Kassandra : No soy pesada, solo sincera —dijo la niña con una sonrisa desafiante, mientras masticaba un trozo de pan como si no le importara nada.

Ezio, a su lado, solo bajó la mirada al plato como si ya estuviera acostumbrado a ese tipo de cruces.

T/n soltó una risa leve y miró de reojo a Altair.

- T/n : Parece que alguien encontró rival.

Altair bufó, pero no dijo nada más, prefiriendo concentrarse en su taza de té.

La nevada eterna… los lobos… y ahora esta niña con fuerza sobrehumana.

Zaun ya no era el lugar que alguna vez imaginaron.

T/n dejó su taza sobre la barra y miró a Sevika con curiosidad, observando de reojo a los dos hermanos que discutían como si fuera algo rutinario.

- T/n : ¿Acaso fuiste tu quien los entrenó? —preguntó, con tono directo—. Porque no parecen niños normales.

Sevika soltó un leve resoplido, sin dejar de mover la sartén con la carne.

- Sevika : Solo les enseñé lo necesario para que no mueran antes de tiempo. Este lugar no perdona a nadie… menos a los débiles.

En ese momento, Ezio levantó la mirada con una sonrisa confiada, inflando un poco el pecho.

- Ezio : Pues a mí Nada puede matarme.

Pero apenas terminó de decirlo, su hermana Kassandra le clavó una mirada asesina desde la mesa y, sin pestañear, dijo:

- Kassandra : Yo sí puedo matarte si no te callás.

Ezio bajó la cabeza de inmediato, soltando una risita nerviosa mientras masticaba su pan.

Altair se ahogó con un sorbo de té intentando contener la risa, mientras T/n observaba todo con una media sonrisa, cada vez más intrigado por estos hermanos. Había algo especial en ellos, algo que no terminaba de entender… pero lo sentía.

- T/n : Parece que enseñaste más que lo necesario —comentó T/n, volviendo a mirar a Sevika.

Ella se limitó a encogerse de hombros.