Un cielo anaranjado teñía las torres y puentes de la ciudad, pero no había paz. Era el silencio antes de la tormenta.
En las afueras, sobre una colina, Ambessa Medarda, vestida con su armadura imperial, se mantenía firme, observando la ciudad desde la distancia. A su lado, Haytham, su general de confianza, sostenía su espada con grabados antiguos. Ambos listos para comenzar el ataque.
( ... )
Mientras tanto, en lo más profundo de la ciudad, dentro de una habitación oculta y reforzada, cuatro personas clave se encontraban reunidas. Una última trinidad de estrategia antes del caos: Jayce, Mel, Vi y Caitlyn.
Sobre la mesa, se encontraba la maqueta de Piltover, rodeada de mapas, notas y planos. Mel colocó una pequeña esfera dorada sobre el modelo, justo donde se encontraban las Hexgates.
Jayce rompió el silencio:
- Jayce : Necesito que tú y los vigilantes —mirando a Vi— ganen todo el tiempo que puedan. Tenemos que cerrar las Hexgates antes de que Viktor llegue. Es la única oportunidad.
Vi asintió con los brazos cruzados. Había rabia contenida en su expresión.
Caitlyn, analizando los puntos de acceso, preguntó en voz baja:
- Caitlyn : Viktor está en el centro de todo esto, ¿no es así?
Jayce bajó la mirada. Su voz tembló un segundo, pero se mantuvo firme:
- Jayce : Estamos destinados a perder esta pelea… si Viktor llega a las Hexgates.
Todos callaron. Era una verdad que ninguno quería oír.
Caitlyn giró su mirada hacia Vi. El resentimiento entre ellas seguía latiendo bajo la superficie, pero el deber era más fuerte que el pasado. Sin decir nada, se entendieron.
Caitlyn apretó la mandíbula y dijo con convicción:
- Caitlyn : Pues más vale que lo detengamos.
Mel respiró profundo y miró por la ventana hacia la luz del amanecer, que ya se teñía de rojo. Un mal presagio. Luego tomó el mapa con las rutas de evacuación y lo extendió.
- Mel : Entonces no perdamos más tiempo.
( ... )
¡BOOM!
Una explosión sacudió el puente mientras Vi emergía entre el humo espeso, jadeando, cargando a un vigilante herido sobre su espalda.
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La sangre del vigilante manchaba su chaqueta, pero ella no se detenía. Corría por un puente colgante que conectaba dos edificios del distrito norte de Piltover, mientras las alarmas sonaban por toda la ciudad.
- Vi : ¡Aguantá! ¡Ya casi llegamos! —gritó Vi entre dientes, apretando la mandíbula con fuerza.
