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Bajo un cielo estrellado, en una colina oculta entre los bordes de Zaun, el pequeño T/n descansaba en el regazo de su madre.

El césped crujía suavemente bajo ellos, y el viento nocturno traía consigo el olor del metal y las flores silvestres. Las luces de Piltover titilaban a lo lejos, lejanas, como si pertenecieran a otro mundo.

Rose, una mujer de ojos profundos y alma firme, acariciaba con ternura el cabello de su hijo. El niño, apenas de cinco años, observaba las estrellas con una calma inusual, como si su alma ya comprendiera secretos que el tiempo aún no le había enseñado.

- Rose : T/n... -susurró su madre, rompiendo el silencio con una voz suave y cálida-. ¿Sabes por qué naciste más fuerte que los demás?

T/n no respondió. Solo giró un poco el rostro, atento.

Rose sonrió con nostalgia, mirando hacia las estrellas junto a él.

- Rose : Porque tu existencia fue una decisión que desafió todo.
Tu padre... renunció a Piltover, a su apellido, a su rango, a todo lo que lo había hecho quien era. Y no por deber. Por amor.
Y yo... decidí enfrentar un mundo que nos decía que no podíamos tenerte.

Ella lo miró a los ojos, colocando su mano sobre el corazón de T/n.

- Rose : Naciste de dos mundos. Pero también naciste del fuego y la convicción.
Por eso sos fuerte, hijo... porque viniste al mundo no para sobrevivirlo, sino para transformarlo.

Una estrella fugaz cruzó el cielo justo en ese instante, y T/n la siguió con la mirada, como si la comprendiera.

- Rose : Algún día -continuó Rose- vas a estar solo allá arriba, en medio del juicio de los grandes, entre el miedo de muchos...
Y cuando eso pase, quiero que recuerdes esto:

" No naciste para pertenecerle a ningún lugar.
Naciste para demostrar que incluso las raíces mezcladas pueden dar el árbol más fuerte. "

La voz temblorosa de T/n quebró el silencio, como una hoja cayendo en medio de la noche.

- T/n : Tengo miedo, mamá... -dijo con un hilo de voz, encogiéndose un poco entre los brazos de Rose-. No sé si estoy preparado para todo esto...

Rose dejó de mirar las estrellas. Sus dedos dejaron de moverse entre su cabello. Lo abrazó con más fuerza, como si quisiera envolverlo en un escudo invisible hecho de amor.

- Rose : Mi cielo... -susurró, besándole la frente-. El miedo no significa que seas débil. El miedo está ahí para recordarte lo importante que es lo que estás por hacer.

T/n no contestó, pero su respiración se volvió más lenta. Rose sostuvo su rostro con ambas manos y lo hizo mirarla. Sus ojos brillaban con ternura firme, la mirada de una madre que había desafiado al mundo por él.

- Rose : ¿Sabés qué me da miedo a mí? Que un día olvides quién eres. Que creas que tenés que ser perfecto, que tenés que salvar a todos... que no podés llorar.
Pero, T/n... tu ya eres suficiente, incluso con miedo. Incluso cuando dudás.

Ella tomó su manito y la llevó a su propio pecho.

- Rose : tu eres la luz, aunque aún no lo sepas.
Y cuando llegue ese momento -porque va a llegar-, no vas a estar solo. Porque todo lo que te dimos... va a vivir dentro tuyo. Mi voz, la mirada de tu padre, nuestra historia...

Le sonrió con lágrimas en los ojos y añadió:

- Rose : Y si alguna vez te perdés, solo mirá a la luna. Ella va a tener mi nombre.

T/n se quedó en silencio, aferrado al pecho de su madre, sintiendo cómo cada palabra sanaba un pedazo del miedo que lo envolvía.
Ese instante... viviría con él para siempre.