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ＪＵＮＧＫＯＯＫ

Era hora de verla de nuevo. 

Jungkook se paró frente a la puerta del salón privado. Sus manos estaban dentro de los bolsillos de su sudadera, pero las sentía sudorosas. 

"Respira."

La voz de Namjoon resonó en su cabeza. 

Había pasado un mes. Treinta días. Cuatro semanas. Y aún así, sentía que su corazón latía como si fuera la primera vez que la vería. 

Empujó la puerta con cuidado y entró. 

El sonido de la tijera chocando suavemente contra la mesa, el aroma familiar a productos capilares y el reflejo de Nari en el espejo lo golpearon de inmediato. 

Ahí estaba. 

De espaldas a él, acomodando sus herramientas con la misma precisión de siempre. Su cabello castaño caía suelto sobre su espalda, y vestía un suéter negro que le quedaba un poco holgado. 

Cuando notó su presencia, levantó la mirada y lo vio a través del espejo. 

Por un segundo, ninguno de los dos se movió. 

Era como si el tiempo se hubiera congelado. 

—Jungkook.— su voz fue suave, pero él sintió que todo su cuerpo reaccionaba solo con escucharla. 

—Nari.— contestó él con una pequeña sonrisa, acercándose lentamente. 

Ella se giró del todo, y él notó el leve movimiento de sus manos, como si también estuviera nerviosa. 

—Pensé que vendrías más temprano. 

—Dejé que los chicos pasaran primero.— dijo, encogiéndose de hombros. 

—Ah, claro.— murmuró, desviando la mirada por un instante. 

El silencio que cayó entre ellos era espeso, cargado de todo lo que no estaban diciendo. 

Jungkook se mojó los labios y respiró hondo antes de sentarse en la silla frente al espejo. 

—¿Cómo has estado? 

—Bien.— Nari rodeó la silla para colocarse detrás de él —Un poco ocupada, pero bien. 

Él asintió. 

Ella no le preguntó cómo había estado. No porque no le importara, sino porque probablemente ya sabía la respuesta. 

Nari levantó una mano y pasó los dedos por su cabello, analizándolo con la misma concentración de siempre. Pero Jungkook sintió un escalofrío recorrer su nuca cuando sus uñas rozaron su piel. 

—Lo tienes más largo de lo que imaginé.— comentó. 

—Tal vez inconscientemente lo hice a propósito. 

Ella dejó escapar una risa suave. 

—¿Para darme más trabajo? 

Jungkook sonrió. 

—Para tener una excusa para verte. 

El sonido de las tijeras al ser recogidas fue lo único que se escuchó. 

—No hagas eso.— murmuró ella. 

—¿Hacer qué? 

—Decir cosas así. 

Jungkook la miró a través del espejo. 

—¿Por qué no? 

Nari desvió la mirada.