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El espejo no mentía.

O al menos, eso decían. 

Nin se quedó de pie frente a él, mirándose con una expresión neutra, aunque por dentro sentía de todo menos indiferencia. El reflejo que la devolvía la imagen no era desconocido, pero había días en los que sentía que no le pertenecía. Como si la figura que veía no fuera la suya, sino la de alguien más. 

Se mordió el interior de la mejilla mientras deslizaba los dedos por su cintura, presionando apenas la piel. Era un hábito que tenía desde hace años, uno que surgía de manera inconsciente cada vez que se miraba en el espejo por demasiado tiempo. No era delgada, al menos no bajo los estándares coreanos. Su cuerpo era más curvilíneo, con una estructura que, aunque en muchos lugares del mundo sería vista como saludable e incluso deseable, dentro de la industria en la que trabajaba se consideraba "demasiado". 

Suspiró, bajando la mirada hacia sus muslos. Su piel cedió un poco bajo la presión de sus dedos, algo que jamás le había parecido significativo hasta que comenzó a ser comparada con otras Idols. Su cuerpo, que alguna vez había sentido suyo, ahora parecía pertenecerle más a los ojos del público que a ella misma. 

Las críticas no eran nuevas. Desde el día en que debutó, había escuchado comentarios sobre su apariencia. Palabras disfrazadas de "preocupación" que en realidad solo ocultaban juicios hirientes. Habían dicho que era bonita, pero que su figura no encajaba con la imagen de una Idol. Que quizás si perdía unos cuantos kilos, se vería "mejor en el escenario". Que no estaba gorda, pero que si se descuidaba, lo estaría pronto. 

Y aunque intentaba ignorarlo, aunque fingía que no le importaba, la verdad era que sí lo hacía. 

Porque la gente no hablaba solo por hablar. Veía los titulares, los foros, los comentarios en redes sociales. Fans comparándola con sus compañeras, con otras artistas más delgadas, señalando cómo sobresalía en cada presentación, cómo la ropa no le quedaba igual que a las demás. Como si su cuerpo fuera un problema, un defecto que debía corregir. 

Cerró los ojos por un momento. 

Intentaba ser fuerte, intentaba convencerse de que esas opiniones no importaban, pero había días en los que era más difícil. Días como aquel, en los que pararse frente al espejo se sentía como un castigo. 

Giró apenas, observando su silueta desde otro ángulo. Sus brazos no eran delgados, pero tampoco gruesos. Su vientre no era plano, pero tampoco grande. Sabía que su cuerpo no tenía nada de malo, que era fuerte, que le permitía cantar y bailar sin descanso. Y, sin embargo, no podía evitar preguntarse cómo sería ser diferente. 

¿Cómo se sentiría mirarse en el espejo y estar conforme con lo que veía? 

Se abrazó a sí misma, buscando algo de consuelo en el propio calor de su piel. La imagen en el espejo seguía ahí, inmutable, observándola en silencio. Y por más que intentara convencerse de que estaba bien, la duda persistía en su interior, como un eco imposible de callar.