ＧＯＬＤＥＮ →ＢＴＳ ?

La música electrónica llenaba el aire de la ciudad, filtrándose entre los neones vibrantes que iluminaban la noche de Seúl. Era una atmósfera electrizante, como si todo estuviera en constante movimiento. Sin embargo, para Min Yoongi, la sensación era completamente distinta. 

Estaba sentado en la esquina de un lounge exclusivo, con un vaso de whisky apoyado entre sus dedos y la mirada perdida en el horizonte nocturno. La fiesta a su alrededor parecía lejana, como si el ruido y la algarabía no le alcanzaran. Desde hace meses, la sensación de vacío lo acompañaba, incluso cuando estaba rodeado de amigos o en medio de su música. 

—¿Otra vez con esa cara de pensador profundo?— preguntó Namjoon, dejándose caer en el asiento a su lado. 

Yoongi sonrió con desgana. 

—No estoy pensando en nada.— mintió. 

Namjoon rodó los ojos. 

—Siempre dices eso cuando algo te molesta. 

Yoongi suspiró, girando el vaso en su mano. Era verdad, tenía muchas cosas en la cabeza. La gira había terminado hacía unas semanas, pero en lugar de sentirse aliviado, sentía un extraño peso sobre los hombros. Como si algo le faltara. 

Fue entonces cuando la vio. 

Entró con paso seguro, la melena oscura cayendo sobre sus hombros y la mirada resplandeciente bajo las luces tenues del bar. Su presencia no era escandalosa, pero sí imposible de ignorar. Kim Haneul. 

Yoongi la conocía desde hacía años. Era compositora y productora, una de las pocas mujeres que se había hecho un nombre en la industria con su propio talento. Tenía un oído impecable y una intuición musical que siempre lo había dejado impresionado. No era una idol, pero su talento la había convertido en una de las figuras más respetadas del medio. 

Y, sin embargo, no era su talento lo que le hacía sentir ese nudo en el estómago. 

Era ella. 

La forma en que reía cuando hablaba de música, la intensidad con la que se sumergía en sus proyectos, la manera en que podía leerlo incluso cuando él no decía nada. Haneul lo conocía de una forma que pocos podían. Y quizás por eso, estar cerca de ella lo hacía sentirse más vulnerable de lo que le gustaría admitir. 

Ella no tardó en notarlo. 

—Vaya, Min Yoongi en una fiesta. Pensé que ya solo vivías en el estudio de grabación. 

Su voz era suave, pero tenía ese tono juguetón que siempre lograba desarmarlo. 

—No exageres. A veces salgo a respirar aire fresco.— respondió, con una leve sonrisa. 

Haneul se acomodó en el asiento frente a él, cruzando las piernas con elegancia. 

—Entonces, ¿por qué pareces tan aburrido?