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La semana había pasado rápido por suerte, Franco y yo seguimos hablando (obviamente evitando lo último que dijo en el audio). A Santi le expliqué que capaz era un poco raro que yo le hable teniendo dieciséis y me dijo que no pasaba nada.
Pero bueno, tengo que admitir que era raro porque Santi me gusta desde hace mucho y Mastan es hermoso pero no sé, es como que por más que hablemos todos los días hay algo que no me pega o capaz soy yo misma convenciendome de que probablemente en algún futuro pueda llegar a tener algo con Santi, cosa que es totalmente imposible y seguro deba ir a alguna psicóloga para sacarme esa idea de la cabeza y ser libre de cualquier ser humano con salchicha.
—¿Ya estás? —Facundo apareció atrás mío, me había asustado así que solté un grito.
—¿No conoces otra cosa que no sea el negro? —le pregunté mirándolo de abajo para arriba.
Es fachero, sí, puede ser, pero siempre se viste de negro y lo único que cambia serán las zapatillas.
—No, digo nada más. Las últimas dos veces usaste lo mismo. ¡Te queda bien! Pero digo que no me sorprendería que uses el mismo calzoncillo también. O sea, capaz que tu paleta de colores va con algo más beige...
Mientras decía todo eso él me miraba como si fuese una psicópata. Puede que tenga algunos problemitas mentales pero no psicópata, solo estoy obsesionada con que todos se vean bien y listo, ¿ok?
—Terminá de cambiarte que te espero con el auto. Cambiate mejor dicho.
Después de eso él se fue y yo me quedé ahí en mí pieza pensando qué mierda ponerme. Tenía tanta ropa para elegir que ya ni sabía cuál agarrar pero al final terminé agarrando un jean gris con un top negro y unas zapatillas blancas.
