¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El sol de la pieza de Franco pegaba fuerte contra su cara, así que sin más remedio él fue abriendo sus ojos de a poco.
La primera imagen que vió fue a Olivia durmiendo desnuda al lado suyo, agarrada a la almohada como si fuese él y se rió por eso, pero después se fijó en su reloj y ya era hora de que ella se vaya levantando.
—Mi amor... —le habló con suavidad al oído, moviéndola lentamente para que se despierte.
—La concha de tu tía me duele todo —renegó ella girando la cabeza y dándole la espalda.
—Anda levantandote —dijo Franco mientras se reía—. En... Media hora tenés que entrar.
Al escuchar eso rápidamente se sentó en la cama, refrgandose los ojos y buscando por todas partes su mochila.
—¿Dónde la dejé?
—En el auto —respondió él, poniéndose su boxer y viendo cómo de a poco Olivia iba haciendo ruiditos de irritación.
—¿Y mí vestido?
—En la silla de abajo —Franco se reía por la forma en la que hablaba, hasta que ella se tiró a la cama y se golpeó contra el respaldo—. Uh... Te la re diste gorda, ¿estás bien?
Él le acarició la cabeza pero ella ni siquiera se inmutó, se quedó viendo el techo sin expresión en su cara.
—Dormí... ¿Cuánto? Tres horas, tengo un exámen, me duele todo el cuerpo y ahora la cabeza porque me golpee. Estoy perfecta la verdad.
—Vos elegiste dormir tres horas...
—No me vengas a sacar los trapitos al aire porque te mato. A parte, ¿quién quiso?
—Yo, ¡pero vos me la seguiste! —sw excusó él.
—¿Y qué tiene? Aguantaste dos semanas sin cojer, creo.