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Olivia se mantuvo en silencio desde que Clara se fue de su casa una vez habían terminado de decorar. De alguna forma, las cosas que Clara dijo le quedaron grabadas más de lo que normalmente lo hacían. Esta vez era distinto, porque se dió cuenta de que capaz ese deseo de ser madre estaba apareciendo ahora.
Pero tenía 17 y solo 2 meses de novios con Franco, no podía apurarse tanto. Además ni siquiera había terminado la escuela. No sabía si quería estudios o qué, no podía solamente quedar embarazada y listo.
El sonido de los ladridos de Nerea dirigidos hacia la puerta que de a poco se iba abriendo hicieron que ella se asuste, pero cuando vió a Franco entrar con una sonrisa y agacharse para hacerle upa a la perra, se tranquilizó.
Olivia se levantó del sillón y caminó directo hasta la puerta, ahí fue cuando Franco bajó a Nerea solo para darle prioridad a ella.
—Que hermosa que estás —le murmuró antes de besarla.
—A vos te queda bien esa mezcla rara que tenés de ropa —contestó, refiriéndose a la remera blanca y el pantalón de entrenamiento que llevaba puesto.
—¿Mezcla rara? Es una remera y un pantalón deportivo —se defendió.
—Mezcla rara.
—Está bien... —dijo y volvió a agarrarla de la cintura para darle otro beso.
Mastantuono llevó su mirada hacia el camino de pétalos que había en el piso y los globos con forma de corazón que estaban en el techo. Después, se fijó en su novia, que tenía su típica sonrisa y esa mirada de admiración hacia él.
—¿Vos hiciste esto?
—Yo y Clara. Me ayudó un poquito.
—¿Y para donde se supone que tiene que ir?
—Ay, Franco, para algo es el camino, seguilo —ella le dió un leve empujón y se mordió el labio inferior.
Él le dejó una última caricia antes de empezar a caminar sobre los pétalos de las rosas que estaban en el piso mientras Olivia lo seguía desde atrás lentamente.
Ellos iban subiendo la escalera, hasta que Franco se paró al ver que el rastro terminaba en la puerta de la pieza de ellos.
—Ah, que golosa que sos... —comentó con un tono pícaro, acercándose de nuevo a ella.
—Boludo, es porque adentro te dejé los regalos —le respondió sonriente—. La gente está muy pajera últimamente, hoy le dije a Clari que era un ángel caído del cielo y me dijeron que la sacaron porque había pecado y así terminó preñada.
—Con tu hermano no sé quién no pecaría —después de decir eso, Mastantuono recibió un golpe en la nuca por parte de su novia, a lo que él solo se rió.
—Dale, tarado, entra y listo.
Franco le hizo caso a su novia y entró a la habitación, encontrándose con más globos, velas y pétalos, además de que en la cama habían bolsas de regalos y en una de las paredes había un cartel que decía "felices 2 meses".
Él no pudo resistirse más y agarró a su novia de la cintura para empezar a besarla con fuerza y desesperación, cerrando la puerta y dejando a Nerea afuera.
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Olivia miraba con atención a Franco abrir cada uno de sus regalos, ella jugaba con un mechón de su propio pelo mientras que él, desde la otra punta de la cama iba fijándose qué había en cada bolsa.
Para ella, él parecía un nene abriendo las bolsas con una sonrisa de oreja a oreja y emocionandose con cada cosa que había adentro.
—¿Te puedo decir algo?... Pero no quiero que te lo tomes de ninguna forma, solo quiero contártelo porque no quiero que quede solo en mí —dijo Olivia con una voz tranquila y baja.
Franco asintió e hizo a un lado todas las bolsas, sentándose a su lado y acariciándole la cabeza.
—A mí me podes contar todo lo que quieras, confía en mí que yo voy a estar siempre para vos porque sos el mejor regalo que me pudo dar la vida —susurró y le dió un beso en la frente.
La colorada dudo de si contarle o no, pero al final de todo, ellos dos eran una pareja y se supone que tenían que tener confianza entre ellos. Ella confiaba en él, pero tenía miedo de que él se emocione demasiado con lo que ella le estaba por contar y se ilusione de que capaz puedan tener un hijo en ese momento.
—Que hoy... Estaba con Clara y me entraron ganas de ser mamá... —terminó confesando.
Mastantuono se ahorró las ganas de saltar por todas partes y gritar de la emoción, aunque se tranquilizó cuando vió que a ella no se la veía muy feliz contándole eso.
—¿Pero...? —preguntó, mordiéndose el labio.
—Pero los dos somos menores todavía, vos tenés un montón de cosas por delante y yo no sé que quiero estudiar y a penas llevamos dos meses...
—Es que, amor —le llamó la atención, corriendo su cara con su mano para que lo mire—, si lo ves así es obvio que es un dolor de huevo, pero si querés de acá a un año vamos arreglando todo para que tengamos un bebé... A mí no me importo mucho porque sé que voy a encontrar la forma de acomodar todo en mí vida, pero la que va a tener 9 meses un bebé sos vos, queda en vos. Sabés que yo nunca diría que no a un embarazo, pero si vos no querés está bien.
Cada palabra que Franco le decía hacía que su deseo crezca cada vez más, pero había algo en su interior, como su propia voz, diciéndole que era muy temprano y que tenían que esperar.
Olivia asintió con la cabeza y se arrimó hasta él para abrazarlo con fuerza.
—Dale que ahora te toca a vos abrir tus regalos...